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Ambientación al jardín.

Actualizado: 4 jun 2020

Todo nuevo paso, todo cambio produce incertidumbre, temores, nos llena de expectativas y la primera impresión que tenemos esos acontecimientos nos impacta de modo relevante. El ingreso al jardín maternal es un hito en la historia personal, dado que implica siempre una separación. Cuando los niños son muy pequeños esta separación suele ser aún más dolorosa tanto para el hijo como para sus padres y en ocasiones se acompaña de culpa, temores o desconfianzas que pueden dificultar la comunicación entre los adultos que se harán cargo de cuidar al bebé y los padres. Es así como un verdadero trabajo de empatía y comprensión de estos sentimientos van a permitir mayor tolerancia y esto puede ayudar a incrementar las posibilidades de que los padres confíen en quienes los ayudarán en el cuidado de su hijo. Para el niño, comenzar el jardín implica la salida de su entorno, donde desempaña un rol determinado en un espacio conocido. Todo esto se modifica dado que se le amplia su mundo de relaciones y espacios a los que irá ingresando.

El período de ambientación es muy importante aunque el niño haya asistido a otro jardín anteriormente, al pasar de una sala a otra o de un turno a otro, los procesos serán particulares ante cada una de esas diversas situaciones ya que siempre estarán presentes la asimilación de lo nuevo y la acomodación de lo que ya tenía. Aunque muchas veces pasar por este periodo parece ser doloroso, los niños disfrutan luego de la autonomía ganada, de la posibilidad de ampliar sus relaciones y de todo lo nuevo que se les ofrece en ese nuevo espacio.

El prepararse familiarmente para concurrir al jardín Maternal comienza cuando los padres contemplan la posibilidad de recurrir a estas instituciones y por lo tanto comienzan a hablar de este tema evaluando distintas posibilidades. Se observa frecuentemente que cuanto más pequeño es el niño menos se tiene en cuenta que necesita un período de ambientación, de reconocimiento del nuevo lugar y de las personas que lo cuidarán, se suele proceder como si el bebe no entendiera y si bien es cierto que no se encuentra en la fase del lenguaje oral, aún así escucha lo que se dice, comprende su contenido emocional, además entiende


que se le está hablando a él en particular y esto puede tener un efecto tranquilizador, o no. Habitualmente confiamos bastante poco en la capacidad de comprender de los bebés y niños pequeños, de esta manera no solo se incrementa la angustia del niño, sino que también se transmite que el saber es peligroso, cuando en realidad no hay mejor vacuna para el dolor que conocer, compartir con otros, ponerle palabras. Recordemos que frente a lo oculto se desarrollan fantasías que superan la realidad, porque estas no tienen límites, y el conocer puede acotar y contenerlas.

Durante los primeros encuentros entre la institución educativa y la familia, se inicia un proceso de adaptación en el que surgen ansiedades y sentimientos de inseguridad tanto en el niño como en sus padres y en el personal del Jardín Maternal. Los niños necesitan conocer, comprender, apropiarse y contribuir en la elaboración de un sistema de comunicación compartido. Los docentes necesitan conocer al niño para interpretar sus estados de ánimo, sus requerimientos, también necesitan conocer a sus padres y su modalidad de relación con el niño y con la institución. A su vez, los padres para poder confiar, necesitan conocer de antemano las acciones programadas por la institución, la seriedad del equipo, el lugar, etc. Lo descripto marca lo importante que resulta poder entablar una relación de confianza genuina y sincera entre los adultos, en este caso entre los padres y el personal de la institución, para abrir la posibilidad de configurar nuevos vínculos de apoyo entre ellos y con el niño.

En esta ambientación activa aparecen diferentes maneras de expresar los disgustos; el llanto es solo una de ellas, otras formas en que suelen manifestarlo pueden ser por ejemplo: despertándose, comiendo menos o devolviendo más frecuentemente la comida, entre otras. Los conflictos, las protestas, las resistencias, en la medida que son comprendidas y consoladas adecuadamente, permiten realizar una adaptación activa. Cuando la separación es brusca y sucede “como si no se dieran cuenta” se produce una sobre adaptación, la que frecuentemente se confunde con independencia o con posibilidades genuinas de adaptarse a la nueva situación.

Sugerencias para tener en cuenta durante este período:

· Cuando la decisión está tomada, aconsejamos que la familia asuma con entusiasmo esta nueva y emocionante etapa.

· De ser posible, conviene que los primeros días los niños sean llevados y/o retirados del jardín por los papas o por alguien con un vínculo similar, para que se sientan acompañados y seguros ante el cambio.

· Tanto en la despedida como en el reencuentro, mostrarse comprensivos ante la angustia.

· Puede ser útil que el niño traiga algún elemento de apego para trabajar la transición (peluche, sabana, telita, etc.) No obstante no es aconsejable llenar la mochila con juguetes y/o golosinas.

· Si el primer día el niño no se queda solito no importa, lo intentará el siguiente con más tranquilidad.

· NO es conveniente presionar a los pequeños para que intervengan en las actividades o probar diferentes cosas, esto se dará paso a paso y será una decisión del niño.

· Dosificar los cambios que introduciremos por vez, es decir, en esta etapa no sumar dejar los pañales, el chupete, mamadera, cambiarlo de habitación, etc. Y si la entrada al jardín

coincide con alguna modificación en la vida de la familia (llegada de hermanito, mudanza, separación de padres, etc.) debe informarse la situación.

· Preservar la continuidad en la asistencia, permitirá darle continuidad al proceso.

· Respetar el horario pactado con la docente para brindar estabilidad a los niños.

· Estimular y favorecer los logros del niño en el jardín mostrando interés por los avances y amigos que logra.

Es fundamental recordar que la angustia, tanto del niño/a, como de la familia y los docentes, es algo propio de un proceso, y hasta un indicador saludable. Hay tantas reacciones como niños, y cada niño a su vez, va modificando y variando sus manifestaciones a lo largo de este proceso.

Lic. Mariana del Corro

M.P 9618



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